miércoles, 26 de marzo de 2014

Es liberación, mucho más que eso, es la misma libertad.

Si me dices que estás listo para despedirte, estoy segura de que tus palabras se hunden en tu olvido, como todas las mentiras. En tu contra, casi luchando contra tu propia moral, sueltas ideas, palabras, cuchillos hacia mí, ¿y sabes algo? Casi es gracioso, pero doloroso a la vez, saber que no me mientes a mí, sino que intentas convencerte a ti mismo de algo que en mucho tiempo jamás podría convertirse en verdad, ¿sabes por qué? Porque hasta el más imbécil de los hombres, aceptaría a leguas de conocerte, que me quieres.
Me quieres y lo sé, lo noto cada vez que me sonríes, cada vez que suspiras al besarme, porque eso no es agobio, es liberación, mucho más que eso, es la misma libertad, esa que me invade también. No hay otra cosa, solo amor, solo él te da alas, solo él te las quita, solo… solo tú no puedes luchar contra la naturaleza del corazón. No puedes elegir no quererme, porque el destino ha escrito, ha predispuesto y se encarga de atar nuestros caminos.

Pero, sin embargo, ¿si no me quieres? ¿Si la luz que estoy viendo solo es el final del día y la noche más tenebrosa de todas se acerca a acecharme? ¿Si solo dices que todo está bien para marcharte y dejarme en una invaluable tranquilidad falsa? ¿Si esto es solo el final del libro y yo estoy agregando hojas para seguir escribiéndolas, sola? ¿Cómo alguien que tanto quiero podría ser tan hipócrita conmigo? ¿Cómo las palabras pueden darse la vuelta y bofetearme a mí misma? ¿Cómo demonios puedo estar tan ciega si es cierto el temor?