sábado, 4 de octubre de 2014

Lleva su sonrisa, su dolor y su condena.

Nada en sombras y florece, brilla y se marchita, pero renace con la fuerza de un torbellino y arrasa, en su naturaleza está el triunfo destinado y en sus ojos marcados por la derrota está el cansancio de quien lucha por lo que ama a ojos cerrados pero a corazón abierto. El riesgo de apostar, pero sin el ánimo ni el miedo de perder, porque la esperanza corre en sus venas y el destino ha logrado que gane mucho más de lo que perdió. 
Atrás de tantas fachadas y tantas capas de innumerables reacciones, risas y emociones, la verdad es como una pizarra en blanco, legible y clara, tan distinta a todo lo que los demás creen. Solo hay una pasión, un dolor, una esperanza y un miedo. 
El arte. El amor. La vida. El olvido. 
Lo querrá toda la vida, sin rencores, sin sombras, sin luces, en la naturalidad y la pureza de su honesta alma. Abrazará su recuerdo y llorará en la soledad de su naturaleza, sin dejar que nadie la consuele, porque así es ella. Lo amará en silencio, sin ser capaz de saltar al olvido y volver a florecer en el amor, alguna vez sin tiempo ni espacio, otra vez, porque ella a nadie pertenece después de su liberación. 
Caminará sus horas a ritmo y pensará. Pensará en él, en ella, en los demás, en sus ideas, en sus miedos. Guardará todo para sí y sonreirá, porque nadie puede verla caer, ella no caerá. 
Está sola y lo ama. A su soledad, la ama. Los ama profundamente en su herida, en su piel, en su sanidad, en su mente y en su corazón. Desde adentro hacia afuera y desde el contexto a su centro. No lo dejará atrás, pero sí libre, porque el pasado es inquietante y lo aborrece, pero su presente es parte de ello y no lo olvida. No olvida quién la trajo, ni por qué. Está sola, pero antes no lo estuvo y no lo extraña. 
Lo ama, como se ama a las cosas viejas. Con obsesión, cierto rechazo y una pizca de dulzura entremezclada con el gusto agridulce y salado de la tristeza y las lágrimas, del olvido y extrañar lo que fue, pero con la seguridad de que ya no será útil y solo está ahí por la necesidad de saber que en algún momento fue feliz. 
Su corazón late, su mente vuela y ella está de pie en tierra firme, con el ansia voraz que su naturaleza le dio para conseguir el éxito innegable. 
Tiene su honestidad, su amor inmenso por quien se disponga a seguirla en la vida sin cuestionar sus sueños. Lleva su sonrisa, su dolor y su condena, su olvido y sus apegos, pero allí avanza, sola y fuerte, sin doblegarse ante lo que vayan a imponerle. Es fuerte, se ama y no caerá.

Está jugando a la vida y juega bien, porque las reglas son la clave y ella las redactó sin olvidar detalles. Aprendió a dejar ir, a dejar pasar, a recordar, pero sin caer, porque ese es el fracaso, recordar en caída libre. Ella recuerda en subida, cuesta arriba, olvida y sigue. Así funciona, así ama, así vive. Sola y subiendo con el olvido a su derecha y la soledad a su izquierda. 

Patéticos.

Aún con toda la distancia del mundo, sé que sientes el vacío, el frío. Porque a pesar de entregarte todo, sigue siendo poco y no hay nada más. Ni allí, ni aquí, ni donde sea que intentes buscar algo, tu chica se ha ido y no regresará. Podemos correr, en su busca o en su pérdida, pero ella no está corriendo. Ya no soy la misma, ni siquiera soy y eso está bien para mí. Contigo no existo, porque no hay nada que pueda encendernos ya más, ¡qué vacíos y qué tercos! 
Te di mi alma, te di mi cuerpo, te di mi mente, mis ideas, mis miedos, mi fortaleza, mi risa, mi llanto, mi tiempo y mis oportunidades, mis sueños y mis mil y una caída, ¿no fue suficiente? Tus reglas son tan abstractas y yo soy tan obstinada. Aún siendo otra persona, la oscuridad te alcanzaría, porque la soledad viene de mi mano. Y tal vez ese sea el problema, que tú necesitas tanto y yo necesito tan poco. 
No está mal estar loca, ni siquiera está mal lo que hago o haces, pero sigue sin hacer gloria a mis principios y te aborrezco cada vez que te acercas, pero te atraigo como la flor a la abeja. Destructivos como solo nosotros podemos ser, pero el universo conspira en nuestras posturas totalmente opuestas. Como una bala perdida impactamos el uno en el otro y destruidos nos regozamos en quebrarnos más y más; ¿Eso es el maldito y paradójico amor? 
"Volemos", incitaste, pero es violencia mentir y huir, dejar las cosas en mitad y pisotear corazones con total autoridad y arrogancia. Es violencia pegar psicológicamente y reír de lo que alguna vez te hizo feliz, es violencia hablar y hablar, es violencia oír lo que quieres y evitar sentir o compadecerte de lo demás. Porque el infierno aguarda por tu violencia y no hay quién no arda en él. Pero no hago caso y sonrío, hablo y sonrío, lloro y sonrío, actúo y sonrió. Más allá de todo, venganza es sonreír y violencia es aceptarlo. 
Nos abrazamos, reímos, hablamos, nos besamos, hacemos el amor, lloramos, gritamos, peleamos, nos vamos y en mi interior el vacío se abre como una grieta enorme y tú quedas fuera, lejos y congelándote. No imaginas cuánto disfruto de aquello. Cada vez que me acerco y me quemo te vas más y más lejos, vuelves y te vas, vuelvo y te vas. Te vas, siempre te vas y esta vez ya no duele demasiado. 
Somos tan patéticos.