Me encontré pensando
porqué, cómo y cuando; tranquilizándome porque las ideas son tormentas que se
desatan y no me dejan escribir el sentimiento más aterrador, cálido y pasajero
que puede tener una persona en el mundo.
Podría mencionar que
he estado en dos dimensiones simultáneamente y ha sido una experiencia casi
religiosa. Estoy aferrada a un pasado que diariamente se convierte en mi
futuro, asquerosamente real, una verdadera probada de lo que es guardar y
recordar una gran mierda, pero de aquellas mierdas que por mucho que duelan,
las sigues queriendo y las anhelas, porque creces cada vez que estás ahí,
besando sus pies como si fuera un Dios increíblemente milagroso.
En la ruleta rusa, que
siempre es mi vida, los sueños se ven cada vez más cerca, eso me aterra de una
manera indescriptible. Mi subconsciente escribe mientras mi cerebro canta una
vieja canción que me hace recordar a personas que deberían haber muerto en mi
mente. Es el momento en el que descubro que están allí, en un rincón de la
oscuridad, sentados esperando para devorar paciente y dolorosamente la diminuta
porción de felicidad que absorbo desde las palmas de mis manos.
Aposté todo a la
ruleta, casi milagrosamente me llevé el premio más grande. Sin embargo, me
encuentro aterrada. Sí, gané una vez, pero si sigo apostando sé que perderé y
como todos sabemos la ruina no se colma de una danza alegre y armoniosa, si no
que es el ritmo sádico y aborrecible que prácticamente suena en el funeral de
los deseos más alegres y felices.
Siento un patetismo
abismal, y lo peor de todo este drama es que empiezo a creer que así se siente
ser feliz. Soy débil, estoy vulnerable y desnuda ante un hombre que impone
ideas concretas, tiene sueños a largo plazo y sabe hablar de política como si
contara millones en un ábaco. Me siento ignorante ante esta parte de su
inquebrantable madurez, pero allí me encuentro.
Mis ideales liberales
y mi tolerancia margen cero, mi aborrecimiento a la ignorancia, mi
espiritualidad, mi trabajo interno conmigo misma, mi apatía, mi falta de calor,
mi frialdad con lo que me rodea, mi cabeza oscura entre tanta luz de
positividad, mi forma de ser yo misma y autoconstruirme día a día. Lo abruman y
me hacen subirme a la cima, pero allí no correspondo en ese momento.
¿Cómo podría mandar si
solo sé que estoy débil ante el hombre de mi vida? Mi punto fuerte llegará y
voy a destruirte como tú me destruyes.