miércoles, 27 de noviembre de 2013

Más juegos psicológicos, no.

Simplemente no puedo apartarlo de mí. Siento amar y aborrecer algo que me da vida, es patético y aún así es real, porque está pasándome; estoy siendo yo en una canción triste que suena a voces somnolientas en medio de una noche de tormenta primaveral. Busco opciones, solo tengo la certeza de que estoy apostando demasiado a un juego que no sé jugar en totalidad. A penas es la segunda ronda, voy ganando, pero después de ganar la tercera y estar en la “cima”, caeré, perderé… voy a destrozarme.
Cerré mis ojos y lo escuché decir una frase absurda pero dolorosa: “si no duele, no funcionó”. Tal vez, solo tal vez, debo suponer que es cierto, que jamás estuvimos cortados para pegarnos en el mismo papel. De alguna forma debo saber si es cierto, si realmente la única forma es esta. Nada se compara a nadie, pero sé que jamás podría dejar de decir que deberás ser el mejor ante todos.

Dime cuantas palabras tu mente piense, pero más juegos psicológicos no. 

lunes, 11 de noviembre de 2013

♥/♥ Técnica de Compases Adelantados.

♥/♥
  Esa era nuestra absurda pelea. Yo apuntaba con mis ideas y tú con las manos en alto clamabas que deje de exprimir tanto. El amor más raro y asqueroso que alguien quisiera probar, aún así era nuestro mejor capital y no teníamos ánimos de dejar el masoquismo producido, ¿qué podía hacernos caer? Ya varias veces habíamos habitado la cima, ¿por qué querer caer ahora? Ya nadie nos aceptaría allí debajo, solo las espinas.
  No había nada que proporcionara un gramo de seguridad. Sin embargo, las razones seguían pareciendo igualitarias, recíprocas y sacando conclusiones un poco inteligentes, me arriesgaría a decir que podríamos calificarlas también como democráticas. Si había algo claro, cariño, era que ninguno de los dos estaba dispuesto a perder una batalla. 
  Ibas a quedarte, yo iba a quedarme. El fuego no era una maniobra de escape, era la canción de fuga que ninguno de los dos estaba dispuesto a acompañar. La esperanza era un manojo de mierda, pues ninguno de los dos la quería tomar. Quién sabe qué mierda nos hizo el orgullo tan doblegado antes de preguntar si debíamos estar en nuestros caminos cruzados. Pero ahí estábamos, unos ciertos compaces adelantados, unas cuantas notas arriba a veces y otras demasiadas abajo otras cuantas. Eramos tan desiguales y aún así para todos funcionábamos como un engranaje perfecto. Endemoniados, poseídos, asqueados de tanto éxito. 
  Nadie entendía tanta idea tan básica, era lógico. No tenía sentido y eso lo hacía parecer serio, irónico, ¿no? 


Me iré al puto infierno prendida de tu alma, porque el aire que respiras se convierte en la droga que yo quiero. Vendrás al mundo rojo atado a mis huesos, porque mi sexo es tu droga y no vas a dejarla. 

SOMOS DEMONIOS INTENTANDO SER MENOS QUE SER.