Simplemente no puedo apartarlo de mí. Siento amar y
aborrecer algo que me da vida, es patético y aún así es real, porque está
pasándome; estoy siendo yo en una canción triste que suena a voces somnolientas
en medio de una noche de tormenta primaveral. Busco opciones, solo tengo la
certeza de que estoy apostando demasiado a un juego que no sé jugar en
totalidad. A penas es la segunda ronda, voy ganando, pero después de ganar la
tercera y estar en la “cima”, caeré, perderé… voy a destrozarme.
Cerré mis ojos y lo escuché decir una frase absurda pero
dolorosa: “si no duele, no funcionó”. Tal vez, solo tal vez, debo suponer que
es cierto, que jamás estuvimos cortados para pegarnos en el mismo papel. De
alguna forma debo saber si es cierto, si realmente la única forma es esta. Nada
se compara a nadie, pero sé que jamás podría dejar de decir que deberás ser el
mejor ante todos.
Dime cuantas palabras tu mente piense, pero más juegos
psicológicos no.