En la casa del amor donde huele al whisky
viejo que derramamos anoche. Donde dormimos hoy entre la gente que baila sin
sentido de la hora. Somos dos vagabundos en nuestra propia casa, oliendo
perfume barato. Dicen que el viejo sentido del humor invade nuestras venas, el
humo de cigarro las invade y nuestra mente las quema, ¡Monta tu cerebro y saca
algo productivo ahora! Patético.
El grupo se vuelve monótono, ahora visten
traje y largan palabras sin sentido. Amamos la disciplina y nos sentimos
mujeres. Pero aquí estamos, fumamos y bebemos sin control, ¡Somos amantes de lo
sucio! Porque detrás de la corona, hay solo lo que tiene que haber. Oscuridad,
fiestas, alcohol y suciedad.
Somos sagradas figuras de lo inaudito, porque
no conocemos otras. Somos las peores siendo malas. Podrías beber mi sangre y
sentirte cool, pero es loco que piense que lo harías. Soy una estúpida alucinando
cosas después de él nosotros de anoche. Somos como una capilla sin salida,
electrizando tus sentidos, comiendo tus neuronas. Somos la religión mal
redactada de un borracho.
El amor es la historia que nos queda por
contar, porque ya te has ido. No hay más historias fatalistas, más que ésta.
Somos los juguetes de la sociedad. No vamos a quebrar las manos en las ideas
estúpidas del mundo, somos lo que somos. El amor nos quebrará, entonces no
habrá nada entre todos. La soledad será el destino sagrado de las ideas
prósperas de una religión de tres.
No somos nosotros los que lo estamos
rompiendo, solo guardamos páginas de las grietas ahora y necesitamos más. Hablaremos
en otro idioma, donde el sol entienda que estamos locas y no más. Whisky,
mezclemos las letras otra vez. Hablemos de algo que exista ahora. Ya no más
sangre, el estilo ha muerto. Estamos encerrados, necesitamos una justa pelea
donde gane el mayor.
Porque el amor muere en tu mente, cuando
aniquilas todo lo que tienes. Tú morirás en mi mente, cuando el amor ya no
exista sigues tú. Libertad, salud. Adiós, querido.
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