viernes, 17 de mayo de 2013

Ningún amor suele ser sano, pero el nuestro es un cáncer terminal.

~

Jamás se trató de ganar, solo un momento feliz en la corta historia de mi libro en blanco. Ordené mi canción favorita y te sentaste a analizar cada palabra en su contexto. Jamás dijiste que podía ser algo deprimente. El fondo de la balada, la cena, la vida, hablar de lo que corremos cuando estamos asustados, ¿por qué deberíamos rezar como americanos?
Tu voz era la de un ángel en octava y mis manos se sentían tan frías a tu lado. El momento de ser libres se acerca cuando la canción sube, jamás esperé tanta adrenalina de la mano de una linda suicida que viste de rojo y su estilo es setentero en la época de los 2000. Tú dices: Te quiero. Yo tiemblo y pienso sobre contestar, pero tus gestos son más rápidos y me siento invadida.

Un hombre que ejerce poder, es raro. Se siente frío y caluroso a la vez. Te hace mal, pero lo pides a gritos, porque las heridas esta vez no son de demasiada importancia. La ciudad espera por tu presencia, que lo de antes sea lo de antes, pero lo actual lo supera. Cantas todas las noches esperando un milagro, esperas que huya, pero el dolor es parte de lo que soy.
La tristeza es la única salida, pero es una felicidad rara la que abunda cuando estas, cuando el momento es oportuno. Mis ojos solo ven tu rostro, mi boca solo siente tus labios. Es algo sádico, pero jamás esperaría la muerte de alguien más, sino que tú la fueras.

La historia terminará como toda historia de dependencia amorosa que pueda escribirse, conocerse  testimoniar o vivirse. Ningún amor suele ser sano, pero el nuestro es un cáncer terminal. Jamás terminaremos de dolernos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario